Hace alrededor de 4 décadas se empezó a dar uso de las esporas incubadoras de zoonosis del carbunco con hechos contundentes como el sucedido el 2 de abril de 1979 en Sverdlovsk, en la ex Unión Soviética,[1].La facilidad de cultivo de la bacteria del ántrax (Bacilus Antracis) y su bajo costo hacen que el ántrax sea muy apetecido como arma biológica además de que es muy fácil de tratar en el laboratorio.
En la actualidad aunque no esta en auge el tema de la utilización de ántrax como arma biológica, es muy importante seguir las normas de bioseguridad, que se aplica en hospitales, empresas farmacéuticas y, sobre todo, laboratorios donde se trabaja con parásitos, bacterias o virus[2]. Para evitar que las demás personas entren en contacto con cualquier tipo de virus causante de enfermedades y si llega a haber contagio evitar que la enfermedad se propague se corra el riesgo de iniciar una pandemia.
“La bioseguridad implica seguir ciertas reglas de protección, que se aplicarán en el laboratorio desde la recepción hasta el desecho de agentes o muestras biológicas, pasando por su manipulación y las cuales dependerán del tipo y cantidad de éstos y los procedimientos empleados para su manejo. Y es que, por ejemplo, no es lo mismo trabajar —por cantidad— con una muestra para diagnóstico que con agentes o cepas para la elaboración de una vacuna.”[3]
Es muy importante que en todo el mundo sean aplicadas las normas de bioseguridad, ya que son la mejor forma de evitar problemas de salud posteriores que en el pasado acabaron de forma tan cruel tantas vidas, inocentes, en muchas ocasiones ya que las vacunas pueden resultar complejas, con efectos secundarios y poco accesibles.
Bibliografía